Un joven cierto día quiso montar dos caballos a la vez. Los colocó uno al lado del otro y él se ubicó, de pie con una pierna sobre cada animal. Entonces comenzó a avanzar. Cuando vio que la idea estaba funcionando, aligeró el paso. Entonces ocurrió lo imprevisto para los planes del joven: los animales comenzaron a separarse gradualmente. Cuando el joven vio el peligro, pensó saltar sobre un caballo ¿pero cuál de los dos escogería? Cuando finalmente saltó, ya era muy tarde. Terminó en el suelo. Tenía dos opciones, pero no aprovechó ninguna.
¿No es esta una ilustración muy apropiada de quienes quieren estar bien con Dios y con el mundo?
Dios espera de nosotros una entrega completa. Dar el sí a Dios significa decirle no al mundo. Dar el sí al mundo significa decirle no a Dios. Así de sencillo. Dice la Biblia: no podemos servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.
Dios espera de nosotros una entrega completa. Dar el sí a Dios significa decirle no al mundo. Dar el sí al mundo significa decirle no a Dios. Así de sencillo. Dice la Biblia: no podemos servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.
Pero muchas veces tenemos que hacer decisiones en la vida, ¿Cómo escoger lo que Dios quiere? ¿Qué es lo que evita que cometamos errores?
Definitivamente la voluntad, los planes de Dios están expresados en su Santa Palabra. “Lámpara es tu Palabra y lumbrera a mi camino”.
Dice el texto de Jeremías 15:16 “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón.”
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