Un hombre quiso hacer grandes ahorros a fin de llegar a ser muy rico. Mando hacer una urna de metal muy grande, sellada por todos lados y con solo una ranura muy estrecha por donde depositar billetes. Esto lo hizo porque no confiaba en los bancos.
Trabajó duramente por muchos años depositando en su urna billetes de alta denominación. Al paso del tiempo consideró que ya era sumamente rico y que era el tiempo de disfrutar de su dinero, trajo a un cerrajero para que abriera la urna, lo cual se tuvo que hacer cortando la tapa por medio de un soplete. Al quedar abierta el hombre despidió al cerrajero y entro a la urna esperando encontrar miles de billetes. Muy grande fue su sorpresa al darse cuenta de que su fortuna se reducía a papeles sin ningún valor... La polilla se había comido todos los billetes mientras el preparaba su bóveda.
Muchos creen que la seguridad está en las riquezas terrenales. Pero Cristo está tratando de quitar todo aquello que oscurece nuestra visión para contemplar los tesoros que El ha preparado para nosotros en el Cielo. Nuestro Salvador nos invita a extender la vista más allá de este mundo y añadir eternidad a nuestra visión.
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