En la galería de arte de Manchester puede verse un famoso cuadro titulado: “En tus manos, Señor.” Acerca del cual el artista dijo: “Si mi cuadro no lleva una lección para la época presente, diré que he fracasado.”
El cuadro representa a un joven caballero revestido de su armadura, montado en un caballo blanco, cuya cabeza inclinada, nariz temblorosa y miembros nerviosos , denotan un intenso terror. Al pie del cuadro se ven tres perros de caza que también miran con terror hacia adelante, donde se extiende el desierto con sus peligros y terrores desconocidos. El caballero siente temor; pero hay en él algo que lo eleva sobre su miedo: es la fe. Levantando su espada, dice: “En tus manos, Señor”, y prosigue su camino. Por la fe domina su temor y dice: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno porque tú estarás conmigo.”
Esta historia nos enseña que debemos vivir una vida sin temor.
Promesa: "Jesús nos dice en su Palabra: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo". (Juan 14: 27.)
La paz que Cristo dejó a sus discípulos y por la cual oramos, es la paz que proviene de la verdad. Afuera puede haber guerras y rencillas, envidias, celos, odio y revueltas; pero la paz de Cristo no es la que el mundo da o quita. Puede permanecer en medio de la persecución de los espías y la más enconada oposición de los enemigos de Dios... Cristo no trató nunca de conseguir la paz traicionando sagrados cometidos.
Los seguidores de Cristo deben afirmar en su mente la decisión de que nunca transigirán, ni cederán en un ápice sus principios para atraerse el favor del mundo. Tienen que aferrarse a la paz de Cristo.
(E. White/ Dios nos cuida)
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