Dormía tan a gusto que se le olvidó que estaba en una rama. Pasaron las horas y ya había oscurecido cuando despertó de un salto. Olvidándose que estaba en una rama, comenzó a caer. Mientras caía, su mano abierta agarró una rama, y la apretó fuertemente. Estando colgado allí, escuchó una voz que le decía: " suelta la rama" pero como había tanta oscuridad, él no se atrevió a soltarla. Aquel hombre permaneció colgado hasta el amanecer sólo para descubrir que estaba a pocos centímetros del suelo. Estuvo colgado en aquel árbol toda la noche experimentando un fuerte dolor y un gran cansancio, cuando pudo haberse dejado caer al suelo sin problemas.
Nosotros también a veces nos aferramos al pecado. Nos sentimos cansados y condenados por mucho tiempo. Sin embargo, sólo estamos a " pocos centímetros" del perdón y de experimentar la paz con Dios.
La situación es trágica en la vida humana cuando la persona se halla lejos de Dios. Hay confusión, distorsión, culpa y desesperanza. El hombre está fuera de su elemento. Porque fuimos hechos por Dios para estar en compañía de Dios. El caos se vuelve orden solamente cuando la gente halla su camino a través de Cristo para regresar al íntimo compañerismo con Dios.
La invitación de Jesús es muy clara:Vivamos hoy en paz al confesar y arrepentirnos de nuestros pecados. No debemos permitir que la vergüenza de confesar impida la paz interior y el gozo de ser perdonados. Que Dios nos ayude a tratar con el pecado inmediatamente.
El deseo y la decisión de cambiar de dirección en nuestras relaciones con Dios se llama arrepentimiento. El arrepentimiento es cuando descubrimos, que nos hemos equivocado y decidimos volver al Padre pidiendo perdón.
Te invito a reflexionar en 2 Pedro 3:9 y acepta ésta invitación:“El Señor no demora en cumplir su promesa, como algunos piensan, sino que es paciente con nosotros, porque no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario