Una familia tenía como mascota a un gato, el cual era conocido por sus extraordinarias habilidades cazadoras y su porte majestuoso.
Este gato prefería cazar por las noches y dormir por el día. Por eso no era raro encontrar junto a la puerta de su casa los restos de las víctimas: plumas de pájaros, orejas o colas de ratones y de otros roedores.
Cierto día, sin embargo, ocurrió algo inesperado. La familia encontró al poderoso cazador gravemente herido. Por todo su cuerpo había señales de una dura batalla en la que el gato se había llevado la peor parte. Su condición era tan precaria que casi no se podía mover. Daba lástima ver al hábil cazador en esa condición.
Pero entre los que se quisieron aprovechar de la inusual situación se encontraba un estornino la cual es una ave de vistoso plumaje. Cuando este pajarito notó cuán maltrecho estaba el gato, comenzó a volar cada vez más cerca. Casi parecía burlarse de su precaria condición, pero el que una vez fuera el terror del barrio, apenas podía reaccionar. Sólo se notaba que sus pelos se erizaban de vez en cuando, pero nada más que eso, ya que no se podía mover.
Unos días después, la familia regresaba a su casa cuando todos escucharon que el gato ronroneaba bajito. Aunque caminaba con dificultad, sus movimientos se notaban más seguros y su altiva mirada de guerrero había retornado. ¿A qué se debía ese cambio tan repentino?
La respuesta la encontraron junto a la puerta de la casa. Allí, dispersas, estaban las plumas tornasoladas del estornino. Ésta ave se acercó tanto, y minimizó el poderío del cazador que fue cazado sin misericordia.
Por lo tanto te invito a reflexionar en el siguiente pensamiento: " El que cree estar firme, tenga cuidado de no caer." 1 Corintios 10:12
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