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viernes, 17 de agosto de 2012

Arriesgando la vida por los demás

Después del primer día de la fiera lucha en la batalla de Fredericksburg, Virginia, en la Guerra Civil, centenares de soldados de la Unión, heridos y sangrantes, yacían clamando en el campo de batalla. El fuego de artillería impidió que se los socorriese durante toda la noche y la mayor parte del segundo día del conflicto, de modo que en todo momento los soldados en las líneas de batalla podían oír sus gritos agonizantes: "!Agua! ! Agua!"

"Pronto un noble soldado del sur, el sargento Richard Kirkland, se elevó por encima del amor a su propia vida, y le dijo al general Kershaw:
"- !No puedo aguantar esto por más tiempo! ! Esas pobres almas han estado orando y gritando toda la noche y todo el día, y esto es más de lo que yo puedo soportar! Le pido permiso para ir y darles agua.

"-Pero tan pronto como usted se exponga al enemigo, !le dispararán!- advirtió el general.

"-Sí señor- contestó el soldado-, pero estoy dispuesto a ello para llevar un poco de consuelo a esos pobres moribundos.

"El general vaciló, pero su corazón también se conmovió con la misma simpatía de su subordinado.
"-Kirkland, es enviarlo a la muerte, pero no puedo oponerme a un motivo como el suyo. Espero que Dios lo proteja. Vaya."

"De modo que el valiente soldado, provisto con una reserva de agua, pasó por encima del terraplén de piedra y comenzó con su obra de misericordia semejante a la de Cristo. Ojos asombrados lo contemplaban mientras se arrodilló junto al sufriente más cercano, levantó tiernamente su cabeza, y sostuvo la copa refrescante en sus labios resecos. Cada soldado en la línea azul de la Unión comprendió la misión afectuosa del hombre de uniforme gris, y no se disparó ni un sólo tiro. Durante más de una hora, uno tras otro de los llorosos heridos y moribundos recibió agua refrescante, se le enderezaron sus miembros acalambrados o destrozados, se le acomodó su cabeza en su mochila, y se lo cubrió con su saco o frazada tan tiernamente como lo hubiera hecho por su propia madre."


Así es también en el gran campo de batalla de la vida, donde las almas están clamando y muriendo debido a los temibles efectos del pecado. Están sedientas del agua de vida, pero nadie les alcanza la bebida refrescante que tanto anhelan, excepto Aquel que traspuso los muros del cielo y descendió para arriesgarlo todo en la cruz del Calvario a fin de rescatarlos de sus pecados, dándoles el agua de la vida eterna.

Henry Beecher dijo: " Dios lava los ojos mediante lágrimas hasta que puedan contemplar la tierra invisible donde no habrá más lágrimas." Allí Jesús vendrá y limpiará las lágrimas de nuestros ojos.

"Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores." Isaías 53:4

Para los perdidos, siempre hay llanto en lo interior.Pero hay muy buenas noticias para el cristiano: este llanto no es permanente.  Reflexiona y alégrate con las buenas noticias de salvación!
"Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría." Salmo 30:5

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