El enemigo puede ridiculizar nuestros mejores esfuerzos y puede incluso burlarse de nuestra sabiduría, pero tiembla cuando oramos.
Un buen ejemplo de lo que ocurre cuando un cristiano ora lo encontramos en la historia de John Knox, el campeón de la Reforma en Escocia. Las oraciones de Knox no sólo hacían temblar al diablo, sino también a los gobernantes de su tiempo. De hecho se cuenta que Mary Stuart, la reina de Escocia, llegó a decir: "Temo a las oraciones de John Knox más que a un ejército de diez mil hombres"
¿De dónde obtuvo Knox semejante fuerza espiritual? De su comunión diaria con Dios, Knox no solo oraba por él, sino que también intercedía por sus feligreses y por su querida patria. Su constante plegaria era: "Oh, Dios, dame a Escocia, o me muero". Y Dios le dio a Escocia, porque una vez que ahí se encendió la luz del evangelio de Jesucristo, ya nunca se apagó.
Se cuenta que en una ocasión la misma reina, Mary Stuart, lo culpó de hereje, por enseñar al pueblo a obedecer a Dios antes que a los gobernantes. ¿Cuál fue la respuesta de Knox? "Si toda la simiente de Abraham- dijo- hubiera sido de la religión del faraón del cual fueron súbditos por largo tiempo, le pregunto, señora, ¿qué religión habría hoy en el mundo? Y si en los días de los apóstoles todos hubieran sido de la religión de los emperadores de Roma, dígame, señora, ¿qué religión había en el mundo?
Así que, ¿quieres disfrutar de una vida cristiana poderosa, como el sol del mediodía; refrescante, como la brisa de la mañana? Entonces aparta cada día unos minutos para hablar con Jesús. Haz una cita con Él cada mañana. Ábrele tu corazón y confíale tus temores, tus planes, tus esperanzas. Él estará ahí, sin falta; porque además de tu Salvador, es también tu mejor amigo.
PROMESA:
"Resistan al diablo, y este huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes". Santiago 4:7,8
No hay comentarios:
Publicar un comentario