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martes, 12 de febrero de 2013
El ruido de la carreta
Se cuenta que un joven caminaba con su padre cuando se detuvieron en una curva. Después de un pequeño silencio, el padre preguntó al hijo:
- Además del canto de los pájaros, ¿escuchas algo más?
Durante algunos segundos el muchacho se concentró en los ruidos del ambiente y luego respondió:
-Estoy escuchando el ruido de una carreta.
-Correcto- dijo el padre-. Es una carreta vacía.
-¿Cómo sabes que está vacía, si no la estás viendo?- preguntó el joven.
-Es muy fácil saberlo. Cuando una carreta está vacía hace mucho ruido. Y cuanto más vacía está, tanto mayor es el ruido que hace.
Quizá no hay mejor ejemplo de la "carreta vacía" que el de los líderes religiosos del tiempo de Cristo. A ellos sí les gustaba hacer ruido. Cuando ayudaban a un necesitado, lo publicaban a los cuatro vientos. Les gustaban las oraciones largas y en público, para que la gente los viera. Leamos la historia bíblica:
[Mateo 6:2-8
Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,
para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.]
Por lo tanto, que tu mayor anhelo sea ser semejante en carácter a Jesús. Y tu mayor gloria, vivir para alabarlo.
PRINCIPIO:
Viva mi alma y te alabe,Y tus juicios me ayuden. (Salmo 119:175)
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