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sábado, 2 de febrero de 2013

El dominio... propio


En 1927 Charles A. Lindbergh fue el primero en cruzar el Océano Atlántico en avión. El vuelo duró 33 horas y media. Esta hazaña le dio mucha fama a Lindbergh y numerosas compañías le pidieron que hiciera propaganda para sus productos.
Aún no se conocía la relación que hay entre el tabaco y el cáncer pero Lindbergh rehusó una gran cantidad de dinero de una compañía que quería que su retrato apareciera en una propaganda de cigarrillos.
Lindbergh, que llegó a ser coronel de la Fuerza Aérea de su país y fue por un tiempo consejero técnico de Pan American Airways, había aprendido a disciplinarse a sí mismo. Este rechazo suyo tan decidido demostró que ni la popularidad ni el dinero le podían hacer cambiar en su determinación de controlarse a sí mismo.


Otro caso, el de Robert Lee, quien no aceptó la oferta de ser comandante supremo del ejército de los Estados Unidos durante la Guerra Civil, ha sido considerado por todos como uno de los más grandes dirigentes militares. Cierta vez le ofrecieron 10,000 dolares- una suma elevada para ese tiempo- si permitía que su nombre se usara en relación con un juego de lotería. Robert Lee necesitaba urgentemente dinero en ese momento, pero su respuesta fue: "Caballeros, mi nombre es lo único que me queda, y no está en venta."

¿Está tu nombre en venta? ¿Las presiones sociales, el dinero y la popularidad te hacen vender el nombre de cristiano o te obligan a hacer cosas que no debes?

PRINCIPIO:
"Por los demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad." (Filipenses 4: 8)

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