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jueves, 7 de febrero de 2013
El guardian de los arroyos
Cuenta Peter Marshall, ex capellán del Senado de los Estados Unidos, que hace muchos años vivía en las montañas de los Alpes "El guardián de los arroyos". Nadie lo veía trabajar, pero los habitantes del pueblo sabían que bebían agua limpia gracias a él. Todos los días limpiaba las cabeceras de las fuentes de agua de las hojas y de las ramas que caían de los árboles.
Cierto día se reunió la Junta Municipal para estudiar el presupuesto del siguiente año. Al revisar los gastos para mantenimiento vieron una partida asignada al "guardián de los arroyos".
-¿Quién ha visto a este "guardián de los arroyos"?- preguntó alguien.
-Parece que estamos regalando ese dinero- dijo otro.
Al final decidieron sacarlos del presupuesto. Y nadie lo echó de menos...hasta que las hojas y las pequeñas ramas de los árboles comenzaron a caer. Poco a poco la basura se acumuló en tal cantidad en las cabeceras de los arroyuelos, que en cuestión de unas pocas semanas el agua comenzó a mostrar un color amarillento. Días mas tarde se tornó oscura. Entonces la gente comenzó a enfermarse.
Alarmados, los miembros de la Junta Municipal volvieron a reunirse. ¿Qué estaba causando esta calamidad? Era el agua. Después de examinar la situación, decidieron reincorporar al fiel trabajador. En cuestión de semanas, los habitantes del pueblo disfrutaron una vez más de las cristalinas aguas de sus arroyos.
En este mundo estamos para cumplir una misión aún más importante que la de cuidar de las fuentes de agua. Hoy Dios cuenta contigo para que seas un guarda, un centinela, de los principios de Su Santa Palabra. Cuenta contigo para que seas su representante dondequiera que estés.
Cuando día tras día, silenciosamente, cuidas de tu mente y de tu cuerpo, cuando resistes con firmeza la presión social de hacer lo malo, cuando vives una vida íntegra, entonces, al igual que el "guardián de los arroyos", te conviertes en una bendición para los demás.
PRINCIPIO:
"Pues a ti... yo te he puesto como centinela." (Ezequiel 33:7)
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