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sábado, 29 de diciembre de 2012

Correr sin equivocarse

Cada cuatro años se reunen los atletas de muchos países para competir por las medallas de oro, de plata y de bronce en los Juegos Olímpicos. Cuando se entregan las medallas, se escuchan las notas del himno nacional de los ganadores de las medallas de oro.
Los Juegos Olímpicos se inauguran con una ceremonia que se inicia encendiendo la llama olímpica. Como los primeros juegos se iniciaron en Olimpia, ciudad de Grecia, el fuego se atrae desde allí por medio de corredores seleccionados, por barco y por avión. El último corredor enciende la llama olímpica.
En 1964 los juegos olímpicos se celebraron en el Japón. El atleta seleccionado para encender el fuego olímpico en la gigantesca antorcha fue un joven de 19 años de edad. Fue escogido por su carácter, su habilidad y su desarrollo atlético. Subió los 163 peldaños, colocó la antorcha en el lugar indicado, y se encendió una llama gigantesca. Los juegos quedaron oficialmente inaugurados.
Un reportero le preguntó a este joven cómo había podido correr sin equivocarse en ningún detalle, y él respondió: "Me preparé para este momento. La antorcha que yo llevaba se consumiría en 9 minutos, y todo dependía de mí. No podía detenerme; tenía que correr, correr, correr. Yo estuve listo porque di todo lo que tenía."
 
Jesús fue escogido como el último corredor para traer la luz del Cielo a la tierra.
PROMESA:
Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." Juan 8: 12
 


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